Twitter se ha convertido en una parte esencial de la vida de aquellos de nosotros lo suficientemente narcisistas para creer que al mundo le importa de verdad lo que nos ha ocurrido de camino al trabajo. Con menos de 140 caracteres podemos tranquilizar a nuestros seguidores embelesados informándoles de que, en efecto, nos hemos acordado de llevarnos el tupper. Pero ¿qué os parecería si pudierais usar Twitter para preguntar al ayuntamiento cuándo se recogerá la basura, realizar una sugerencia a las autoridades locales o avisar de una farola que no funciona? Y, si pudierais, ¿lo harías?

Esto es precisamente lo que se ha llevado a cabo en un pequeño pueblo del sur de España, con el alcalde José Antonio Rodríguez Salas a la cabeza. Desde que se lanzó la iniciativa en 2011, Salas ha animado a los 3.500 ciudadanos de Jun a unirse a Twitter y a verificar sus perfiles en el ayuntamiento.

Esto difiere bastante del «visto azul» tan codiciado por los periodistas y los famosos en Twitter; esta verificación sólo se realiza a nivel local, de modo que la administración del municipio sabe quiénes residen realmente en Jun. Una vez completado este paso, los vecinos pueden tuitear al alcalde Salas o a otros miembros de las instituciones locales para solicitar ayuda o consejo, como en este intercambio de tuits que recoge este artículo, traducido del Huffington Post.

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Como se puede apreciar, cuando alguien tuitea al alcalde para informar sobre una farola fundida, éste contesta con rapidez etiquetando a @elgranespi, el electricista del pueblo. Al día siguiente, @elgranespi responde con otro tuit, enseñando la farola reparada.

El alcalde Salas tiene casi 400.000 seguidores en su cuenta de alcalde, más de 100 veces la población de Jun. También es muy activo en Instagram, donde tiene más de 10.000 seguidores.

No se trata de una tecnología particularmente nueva o innovadora; la gente tuitea a los ayuntamientos y a las autoridades locales con regularidad, en cualquier ciudad, y Salas anima a sus vecinos a tuitear sus problemas al gobierno municipal desde hace cuatro años. Dicho esto, Jun destaca sin duda a la hora de abogar por dejar atrás la burocracia y avanzar hacia un sistema de comunicación nuevo y bidireccional con sus ciudadanos.

El sistema de Jun funciona para los habitantes, según explicó el alcalde Salas a la revista Time el pasado junio:

«¿Quién valoraba antes el trabajo de los barrenderos? Ahora los barrenderos pueden interactuar con los ciudadanos, resolver los problemas que se presentan en Twitter y, lo más importante: su trabajo para la comunidad ha cobrado visibilidad.

»Esto ha llevado a una gran eficiencia, según reconocen los empleados y los ciudadanos».

 

La naturaleza pública de Twitter implica que el buen trabajo se premia al instante en la red, como es el caso de la fotografía de la farola arreglada que se retuitea para publicitar y destacar la capacidad del electricista. Si, por el contrario, no se hubiera reparado, la inacción también habría sido totalmente pública y, con toda seguridad, habría llegado al conocimiento de los ciudadanos, quienes probablemente perderían la fe en sus empleados y en su alcalde.

Al tratarse de una conversación pública de la cual se puede hacer una captura de pantalla, compartir y copiar para que, de ser necesario, quede constancia de ella, incentiva a los servicios y a los políticos locales para ser lo más honestos y lo mejor posibles.

Pero ¿hasta qué punto puede extenderse este modelo? Si funciona bien para 3.500 ciudadanos y un alcalde, ¿podría aplicarse en caso de que fueran 5.000 o 50.000? Según el artículo anterior, Salas recibe cerca de 60 tuits al día, con sólo 3.500 ciudadanos. Esto es algo que puede convertirse fácilmente en imposible de gestionar: Ada Colau tendría bastantes dificultades para responder cada mensaje del milllón seiscientos de ciudadanos de Barcelona.

Con todo, Jun es claramete un gobierno municipal ejemplar, y otros municipios más pequeños podrían aspirar —con la esperanza de que utilizar los medios sociales sirva para ser más inteligentes— a ser más transparentes y útiles para sus habitantes.

Imagen de portada: Alex Cámara.

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